La elección de una correcta alimentación en especies como el perro y el gato es fundamental para favorecer un adecuado crecimiento y desarrollo músculo-esquelético del animal, cubrir sus necesidades energéticas y prevenir la aparición de problemas metabólicos y enfermedades. Además, se ha observado que la dieta tiene efectos también sobre el comportamiento en diferentes especies domésticas1'2-3. Las investigaciones llevadas a cabo en perros", ratones de laboratorio3 y primates5-6 ponen de manifiesto la existencia de una correlación directa entre los factores ingeridos con la dieta y el metabolismo de importantes neurotransmisores que controlan la agresividad, como por ejemplo la serotonina7-8. Esta monoamina regula el estado de ánimo y afecta a comportamientos como el apetito o la ingesta9, el sueño, el arousal (nivel de alerta y vigilancia en el tronco del encéfalo) y las sensaciones dolorosos10; además de ser uno de los principales moduladores de la conducta agresiva. Un nivel bajo de triptófano, precursor de la serotonina, en la dieta puede facilitar un aumento de conductas como la hiperactividad, la irritabilidad, la frustración o la agresividad4. Por otro lado, se ha observado una correlación entre los niveles de lípidos séricos y la agresividad en el perro".