Resumen:
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A lo largo de la historia, la elección del ritual de sepultura de los difuntos ha venido determinada por cuestiones de religiosidad, prestigio, tradiciones ancestrales, convenciones sociales e incluso razones de orden práctico. En el mundo antiguo, los rituales más frecuentes fueron la inhumación (deposición del cuerpo del fallecido en el interior de una tumba acompañado o no de sus pertenencias) y la incineración (combustión del cuerpo previa a su enterramiento). Ambos se emplearon de manera indistinta,
alternando períodos de predominio de la inhumación o de la incineración con otros en que ambos ritos se usaron paralelamente. En Grecia, con una larga tradición de inhumación desde el Neolítico, la incineración se empleó sin embargo en momentos concretos, bien de manera amplia por toda la población, o bien como ritual reservado casi en exclusiva para determinados estamentos de la sociedad a causa del prestigio que mitología y literatura otorgaron al ritual. |