Con frecuencia los avances de la técnica constructiva han precedido importantes transformaciones de numerosos principios arquitectónicos, erigiéndose en el verdadero motor de su progreso. Postular que el vector de la evolución de la arquitectura no está basado en principios formales ni programáticos, sino que se fundamenta en profundas razones técnicas, puede ser hoy una provocación. El artículo que se presenta aquí pretende reivindicar esta posición disciplinar como un recurso válido, to davía hoy, a través del estudio de un momento clave en la Historia de la Técnica y por extensión de la Arquitectura como es la irrupción del hormigón en el siglo XX. Para ello, tras unas reflexiones en un marco más conceptual, se propone el análisis de casos de estudio que destapan la ineludible necesidad de la colaboración entre arquitectos e ingenieros a través fundamentalmente de la figura de Ove Arup. Cuando a mediados del siglo XX el hormigón ya se empleaba de manera extensiva, lo hacía a menudo de manera contraria a su verdadera condición, desaprovechando muchas de sus posibilidades. A través del análisis de la obra Highpoint I, mostraremos como la colaboración entre un arquitecto y un ingeniero, en este caso el grupo Tecton y Ove Arup, logra corregir esta situación. El proyecto es un ejemplo de la obtención de una nueva arquitectura a través de la depuración y buen empleo del material y de la técnica.