En septiembre de 1971, apareció La hora oval, el segundo libro de poesía de Ferrer Lerín. El volumen, finalista del Premio Maldoror de poesía, era de facto una antología de sus diez libros anteriores, inéditos todos a excepción de De las condiciones humanas. Esos libros estaban formados por cientos de páginas manuscritas y mecanografiadas, clasificadas en distintas carpetas con su correspondiente título. Cuarenta y cinco años más tarde, Edad del insecto recoge una selección ampliada del contenido de esas carpetas, en lo que puede presentarse como una continuación de La hora oval. Este volumen supone, por tanto, el capítulo inicial de la prehistoria novísima, un conjunto de inconfundibles joyas literarias. Ninguna de ellas ha acusado el paso del tiempo. En 1987, Pere Gimferrer escribió: “Hubo una edad de absoluto en la que no parecía tolerable escribir sino de este modo; resulta reconfortante, hoy, saber que todavía se puede escribir también de este modo. O, cuando menos, que todavía sabemos, podemos, queremos leer cosas escritas de este modo”. Veintinueve años más tarde, esta cláusula se mantiene vigente. Todavía queremos leer cosas escritas de ese modo: poemas, relatos, bosquejos y otras prosas sin fecha de caducidad.