Para el abastecimiento de agua de Lanzarote (Islas Canarias) y para colaborar a solventar la carestía de agua en ese ambiente árido, desde mediados de la década de 1950 se perforaron cuatro galerías drenantes en la base occidental de la parte de mayor desarrollo del macizo volcánico de Famara (basaltos miocenos), en el norte de la isla. Se trataba de drenar un “núcleo volcánico” de baja permeabilidad, con una recarga pequeña pero significativa. Las galerías contenían sondeos para facilitar el drenaje del agua. En una de ellas se realizaron estudios detallados para investigar la existencia de un cuerpo de agua saturado y las características del flujo de agua en relación con estas infraestructuras hidráulicas subterráneas. Se dedujo la continuidad del flujo y se obtuvieron algunos parámetros hidráulicos de los basaltos miocenos (permeabilidad del orden de 0,01 m/día; porosidad drenable entre 0,02 y 0,04). Las aguas son salobres por efecto climático y variables espacialmente.