Abstract:
|
La política monetaria llevada a cabo por parte de la Reserva Federal
y el Bundesbank durante los últimos años puede caracterizarse con
bastante precisión mediante una regla de tipo de interés como la
propuesta por Taylor (1994). La forma que toma la regla de Taylor es
similar a la de la regla óptima de política monetaria que se obtiene
como solución del problema de un banco central preocupado por
estabilizar la inflación y el producto, en el contexto de un modelo
keynesiano convencional. Esta propiedad, junto con el éxito notable de
las autoridades monetarias alemanas y norteamericanas en el
mantenimiento sostenido de un nivel de inflación bajo y estable,
justifican el uso de la regla de Taylor como una primera aproximación
al comportamiento esperado y deseable por parte del banco central de
un país industrializado y, por lo tanto, a la futura política
monetaria del BCE.
Teniendo tal consideración como punto de partida, se ha llevado a cabo
una evaluación de las posibles repercusiones de la integración en la
UME sobre la economía española. Dicha evaluación se ha basado en tres
ejercicios complementarios: (a) el análisis de la experiencia española
a partir de la entrada en el SME, (b) el comportamiento de un índice
de tensión monetaria que refleja las discrepancias entre el tipo de
interés generado por la regla de Taylor para la Unión Europea y para
España, y (c) la simulación de un modelo estructural.
Por lo general, los resultados de dichos ejercicios sugieren que los
costes para la economía española de renunciar a una política monetaria
propia deberían ser muy limitados, por lo menos en la medida en que
(a) el BCE siga una política monetaria consistente con la regla de
Taylor, y (b) el grado de sincronización del ciclo económico y la
inflación española con sus homólogos europeos sea parecido al
observado en el pasado reciente. Cabe esperar que los costes de la
integración monetaria tomen la forma de una mayor volatilidad del
producto y de la inflación, resultante de una mayor persistencia en
los efectos de los shocks de oferta y demanda domésticos. Estos
costes deberían contrastarse con las ventajas de pertenecer a la
unión monetaria europea que son independientes del grado de
estabilidad macroeconómica (baja inflación, aumento de la competencia,
contribución a la integración política, etc....).
Dicha conclusión podría modificarse si se produjese en un futuro una
disminución significativa en el grado de correlación entre shocks
domésticos (a nivel de España) y shocks agregados (a nivel de la UME),
aunque no hay motivo para anticipar un cambio en tal sentido. En
cualquier caso, el presente trabajo sugiere un simple indicador (el
índice de tensión monetaria desarrollado en la Sección 5), que nos
permitirá cuantificar la medida en que la política monetaria del BCE
se ajusta a las necesidades e intereses de la economía española. |