Abstract:
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El desarrollismo asociado al auge del turismo heliotrópico (sol y playa) en la isla de
Mallorca, especialmente durante la década de los años 60 y 70, propició un crecimiento
desordenado, pobremente planificado y especulativo del casco urbano más exterior de la
ciudad de Palma, capital del archipiélago balear. Así, la trama urbana ha terminado
ignorando e invadiendo el espacio natural de buena parte de los cauces del abanico de
torrentes y ramblas que nacen en la sierra de Tramontana y sus estribaciones más
occidentales y que drenan hacia el Mar Mediterráneo en la Bahía de Palma, habiéndose
modificando radicalmente sus características, a menudo con actuaciones muy
desacertadas de encauzamiento y/o soterramiento.
Estos torrentes acostumbran a ser de régimen intermitente, permaneciendo secos durante
la práctica totalidad del año, pero descargando un volumen considerable de agua en un
periodo de tiempo muy corto tras aguaceros de cierta intensidad, que suelen ocurrir en
primavera y, sobre todo, en otoño. Este fenómeno de inundaciones relámpago (o flash
floods) es característico del litoral mediterráneo y, en el caso de Palma, acostumbra a
generar periódicamente problemas muy notables, debido a la antropización de los cauces
y merma de su capacidad de desagüe natural, y a la elevada concentración de bienes
inmuebles y activos de tipo turístico y residencial.
En particular, el sector más occidental de Palma (Distrito de Poniente), otrora centro
neurálgico de la oferta de ocio insular pero en declive a partir de los años 90, es atravesado
por los torrentes de Son Armadans (también conocido localmente como S’Aigua Dolça) y
de Sant Magí (o de Son Rapinya). El primero de ellos corresponde a una cuenca de algo
menos de 2 km2 de extensión y nace en las faldas del Bosque de Bellver (pulmón verde
palmesano). En su tramo urbano (un tercio de su longitud total), prácticamente ha sido
eliminado cualquier vestigio que atestigüe su existencia, al haber sido soterrado según un
trazado anárquico con cambios bruscos de alineación en planta y/o de sección transversal.
A fecha actual, registra un deplorable estado de conservación e insuficiente capacidad
hidráulica, con problemas serios de aterramiento, obstrucciones y riesgo de colapso del
techo en varios tramos. Por contra, el torrente de Sant Magí drena una cuenca de unos 12
km2 y se encuentra encauzado en su tramo bajo, habiendo sido objeto de diversas
intervenciones en las últimas décadas para restaurar o ampliar su capacidad hidraúlica.
El “Plan Director para la Mejora de la Red de Pluviales del T.M. de Palma”, redactado en
2004 por el Ayuntamiento de Palma, reconocía los problemas locales de drenaje e
inundaciones existentes en esta zona y planteaba la necesidad de aliviar al soterramiento
existente del torrente de Son Armadans, mediante la intercepción de la escorrentía
generada en la cabecera de su cuenca y desvío hacia el vecino torrente de Sant Magí, en
un entorno donde ambos llegan a discurrir muy próximos (distanciados apenas 300 m). Esta
intervención, hipotecada por la realidad urbanística de la zona y pospuesta a lo largo de los
años por motivos varios, es la que se aborda en este proyecto constructivo.
Tras un análisis multicriterio de cinco alternativas de trazado, la solución finalmente
adoptada consiste en el aprovechamiento de unos 60 m del soterramiento ya existente y
su entronque con una nueva canalización, realizada con una tubería prefabricada de
hormigón armado de 307.7 m de longitud total, de diámetro interior 2.0 m, pendiente del
1% y dispuesta en dos tramos con quiebro intermedio en planta de 106°, a ejecutar
mediante hinca con escudo abierto, y un tercer tramo corto de desagüe a alineación curva
del encauzamiento del torrente de Sant Magí, a ejecutar en zanja. La hinca discurre
parcialmente bajo parcelas residenciales y requiere la construcción de tres pozos auxiliares,
con excavación de muros pantalla y cierta complejidad de diseño, dada la congestión del
espacio urbano. |