Abstract:
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Las obras clásicas enseñan y deleitan, y no pueden quedar reducidas a ser lecturas de una minoría culta por la dificultad que a veces tienen sus textos. La cultura de un país se asienta en la correcta educación de los niños y los jóvenes; por tanto, hay que buscar caminos para abrirles las páginas de los clásicos: son las adaptaciones, que tienen que ser siempre fieles al original. Un elemento tan cotidiano como la lluvia, presente en el Lazarillo y el Quijote, permite ver la perfecta construcción de un pasaje en ambas obras; y otros dos del Lazarillo recreados en el Quijote nos llevan a ver la presencia de las lecturas del escritor en sus creaciones. Son dos enseñanzas entre las muchas que nos ofrecen los clásicos: la organización del texto, que no puede descabalarse, y la demostración de cómo todo buen escritor atesora lecturas. La primera indica cómo debe realizarse la adaptación, respetando la unidad del texto; y la otra confirma lo dicho al comienzo: la absoluta necesidad de leer a nuestros clásicos. |